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Día de difuntos

Llevo varios meses dándole vueltas al post de esta semana. Con la proximidad del Día de difuntos, quería escribir algo acerca del tema de la muerte, de cómo nos afecta su presencia, la de los demás y la sombra de la nuestra propia; pero lo cierto es que ciertas muertes cercanas hacen que sea un tema que aún me resulte muy complicado de abordar, más aún cuando mi objetivo es el de intentar dar una visión positiva, dentro de lo que cabe, de la muerte. Con todo, me he dicho a mí mismo que me debía aplicar el consejo insignia de este blog y usar mi cabeza para ver cómo abordar el tema, con la esperanza de ayudar a aportar un poco de consuelo a todos los que han sufrido su golpe.

El concepto de muerte


Lo cierto es que la muerte es incomprensible. Podemos comprenderla a nivel biológico, como el proceso que lleva a un organismo a dejar de funcionar una vez alcanzado un nivel crítico de deterioro. Sin embargo, al analizar la muerte a nivel conceptual nos encontramos con que es un contrasentido, pues implica que un objeto, el ser vivo, contiene en sí mismo su contrario, su propia autodestrucción. Cuando pensamos, nuestra mente utiliza los conceptos opuestos para razonar: comprendemos la luz en relación a la oscuridad, el sonido en relación al silencio, la derecha en relación a la izquierda... Incluso conceptos que no tienen unos contrarios tan claros se definen siempre en relación a lo que no son, el color rojo, por ejemplo, se define como aquello que no es azul, ni amarillo; Francia como aquello que no es España, Italia ni Reino Unido o el pan como aquello que está hecho de harina pero no es bizcocho. En ninguno de los casos anteriores, un concepto implica que su contrario también esté presente en el objeto que define, sin embargo, tanto la muerte como la vida implican a sus contrarios: todo lo que está vivo morirá algún día y todo lo que está muerto hubo un día en el que estuvo vivo. 

Esta contradicción sólo la podemos superar cuando en lugar de pensar en la muerte como el fin de un individuo, sin relación con todos los demás, la incluimos en el conjunto de la vida de una especie. En ese caso, la muerte forma parte del proceso de renovación constante de la especie, en la ventaja que permite que nuevos individuos, más aptos, más adecuados y mejores, vengan a sustituir a los antiguos. Del mismo modo, la muerte, o extinción, de una especie la podemos referir al conjunto total de la Vida del planeta y la muerte de éste, a la vida total del Universo. Con esta inclusión en un marco superior, la muerte deja de ser una contradicción conceptual para convertirse en un rasgo descriptivo más, al mismo nivel que la generación de nueva vida mediante la reproducción.

Para mí, ver la muerte como parte de un proceso cósmico de automejora del Universo ayuda a quitarle parte del horror que la rodea, así pienso que con mi muerte le estaré abriendo espacio a la humanidad del futuro y eso me serena.


Comprendiendo lo incomprensible


El horror sigue estando presente, sin embargo, en la muerte de los jóvenes. Hace tiempo leí en "Bailando sobre la tumba" de Nigel Barley que había una tribu en África que celebraba la muerte de los ancianos con una fiesta, porque la muerte representaba la culminación de su experiencia vital, mientras que la muerte de los jóvenes la celebraban con el mismo carácter de luto y tristeza con el que celebramos nosotros todas las muertes. Cuando se va una persona joven que no ha tenido tiempo de entregar todo lo que podría haber entregado, el proceso de mejora constante de la especie del que hablaba más arriba queda interrumpido, como si todo el esfuerzo por crear esa nueva vida se hubiera desperdiciado al cortarla antes de que pudiera florecer. 

No creo que exista consuelo para aliviar el dolor por esas muertes, pero creo que tenemos la obligación moral con las personas fallecidas de encontrarle un sentido a lo que les ha pasado, para que no haya sido en vano, para que al menos podamos pensar que su sufrimiento sirvió para hacer el mundo un poco mejor. Desde la religión, podemos pensar que Dios llama a su seno a esas criaturas por alguna oscura razón que sólo Él comprende. Desde la más pura racionalidad, lo único que podemos es pensar que todo forma parte del mismo proceso evolutivo general, y que la muerte de los jóvenes funciona como un recordatorio para los demás de lo preciosa que es la vida, para que todos procuremos extraer de ésta lo mejor posible y no la dejemos pasar ante nuestros ojos sin actuar. Creo que éste es uno de esos casos en los que está admitido escoger la explicación que mejor funcione en relación al conjunto de creencias de cada cual, creo incluso que ni siquiera se trata de explicaciones excluyentes (las dos pueden ser ciertas al mismo tiempo). Así que escoged la que mejor os sirva, la que honre mejor la memoria de los desaparecidos.

PD. Este artículo lo dedico a todas aquellas personas que ya no están con nosotros. 

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